|
Primera noticia sobre la Crezca grande publicada por La Nación, 1 de enero de 1915 |
En enero de 1915 se produjo la inundación del valle del Río Colorado,
también conocida como La crezca grande, causada por la rotura de un dique
natural de la laguna Carri-Lauquen que se encuentra sobre el río Barrancas, uno
de los ríos que forman el Colorado. El lago se vació casi por completo en una
sola noche, por lo que el desborde fue vertiginoso y la corriente golpeó,
arrolladora, con la fuerza de un tsunami.
El trágico suceso
que permaneció grabado en la memoria de los sobrevivientes y sus descendientes
dejó un saldo de casi un centenar de víctimas fatales, algunos casos de tos
convulsa, gran parte del ganado perecido, pueblos enteros destruidos, cosechas
perdidas, vías férreas cortadas, postes telegráficos desplomados, y la edificación,
especialmente la más endeble, desplomada
o deteriorada. La población sobreviviente permaneció
aislada durante días sin alimentos ni más ropa que lo que llevaban puesto, a la
intemperie o en toldos improvisados sobre cerros, techos de las estaciones, o
en algunos casos en vagones vacíos, viéndose obligados a beber agua barrosa que
colaban como podían con sábanas u otras prendas, hasta que pudieron llegar los
primeros auxilios, ya que el servicio del ferrocarril había sido interrumpido
en un tramo de 40 km y las aguas recién empezaron a bajar a partir del 6 de
enero. Aunque la cantidad de personas fallecidas no fue publicada con exactitud
se estimó que fueron alrededor de sesenta en la provincia de La Pampa y una veintena
en territorio rionegrino (principalmente en colonia 25 de Mayo y en Colonia
Catriel, que resultaron arrasadas)
Recién diez días después del comienzo de la
tragedia comenzaron a llegar las primeras remesas de socorro: carpas,
borceguíes y prendas de vestir enviadas por el Ministerio de Guerra, y pan,
azúcar, yerba y fideos llevados por el jefe de policía Pérez Coleman. (LN 11 de
enero) La segunda remesa, enviada por la
gobernación y por la empresa FCS llevó
además fósforos, galletas, arroz, sal, (LN 12 enero) y en las siguientes se
hicieron llegar botiquines de primeros auxilios, chalanas con remos, y bombas
para desagotar los sótanos una vez que el agua bajara lo suficiente. Más
adelante llegaron envíos de víveres y ropa recolectados por la asociación de
Boy Scouts, ropa enviada por la comisión de damas Pro Patria y carne donada por
hacendados de la región.
El diario La Nación de aquella época destacó
la actuación de la policía local, especialmente de su jefe el Sr. Pérez Colman
que actuó sin descanso en auxilio de los pobladores, junto a refuerzos
conformados por efectivos de la policía de la Pampa y la de Bahía Blanca. Otro
de los mencionados fue el Sr. Coleman, superintendente de Ferrocarril del
Sud,
quien ni bien comenzó la inundación hizo colocar varios botes en un tren para
conducir a los vecinos a lugares seguros. Luego de dejar dos botes en Río
Colorado el tren fue detenido por las aguas a 15 km de allí y rodeado por las
mismas. Coleman y sus acompañantes se vieron obligados a abandonar el tren y
salvar sus vidas haciendo acampando varios días en una loma. (LN 21 enero)
David Sánchez, juez de paz del departamento 13, fue otro de los que colaboraron
en la salvación de vidas organizando campamentos y mandando construir balsas de
palos de sauce logrando rescatar con dichas balsas o con caballos a unas 65
personas que se encontraban aisladas en los médanos en algunos casos “con el
agua al pescuezo”.
El día 17 el primer tren que logró llegar a
Rio Colorado transportó al director de territorios Dr. Ruiz Moreno quien junto
al gobernador Pedro Serrano y a un corresponsal de La Nación visitaron
personalmente los campamentos. Algunos de los comentarios de este corresponsal,
publicados durante los días siguientes, dan cuenta de la magnitud de lo
ocurrido: “las calles estaban convertidas en un mar de agua mal oliente por
la putrefacción de los animales muertos”, “ovejas muertas incrustadas en los
alambrados (…) brindadas a la ferocidad del picoteo de las aves carnívoras”
Las quintas, los pequeños viñedos, los jardines y las chacras habían sido
aniquilados, el caserío “puesto patas para arriba”, “boyantes aves
muertas, gatos extintos hinchados por el agua, bateas, ropas, muebles, etc”
flotando en el agua de las calles, “la tierra parece resquebrajada en
figuras geométricas de profundas hendiduras”. Como si la lógica falta de
higiene de los refugiados de los campamentos le sorprendiera, también
describió:“los niños se encontraban en un estado de mugre lamentable. Las
ropas desgarradas, sucios, descalzos, despeinados”, “parecían trogloditas
escapados de alguna cueva”
El 23 de enero las comunicaciones
telegráficas con Neuquén y el envío de correspondencia habían sido
reestablecidos, y tres días después la empresa Ferrocarril del Sud comunicó que
el ramal Bahía Blanca-Neuquén volvería a funcionar en su totalidad, aunque
marchando en algunos tramos con suma precaución y solamente de día. Una vez que
las aguas terminaron de bajar, la suciedad fue retirada y los sótanos y las viviendas
que todavía estaban en pie fueron desagotados y limpiados, la vida de los
afectados por la inundación fue volviendo lentamente a su normalidad, aunque
muchas familias quedaron en la más absoluta miseria y el recuerdo de lo
acontecido permaneció imborrable en su memoria.
Aunque para la misma época otras provincias
también sufrieron inundaciones (San Luis, Córdoba, Santa Fe), la comarca del
Río Colorado fue, por lejos, la más castigada.
Situación
en Pichi Mahuida durante la crezca grande
En
Pichi Mahuida la crecida se presentó el día 3 por la madrugada, arrastrando la
comisaría y el juzgado de paz. Las aguas cubrieron el techo de la estación,
derribaron los postes telegráficos y destruyeron la casa de comercio de
Sebastián Elcano (llamado El Cano en el diario)
El 6 de enero la dirección de riego envió a
los ingenieros Pozzi y Schoo para que dirigieran los trabajos de auxilio entre
Pichi Mahuida y Fortín Primero
Según lo publicado en el diario la Nación el
12 de enero, el personal de la empresa Ferrocarril del Sud que inspeccionaba la
vía consiguió llegar a pie hasta la estación de Pichi Mahuida constatando que
la vía estaba cortada y los terraplenes destruidos desde el km 885 al 887, con
los puentes y alcantarillas también destruidos. La vía tenía aún mucha agua
desde el km 892 hasta el 895, “habían desaparecido el telégrafo y los
alambrados, los vagones habían sido arrastrados, los depósitos de encomiendas,
el galpón de cargas y estanques, dos casillas, la vivienda del bombero, habían
sido destruidas. Las puertas y ventanas habían sido arrancadas por la fuerza de
la corriente que había depositado en las habitaciones hasta un metro de arena.
Algunos comercios y casillas habían desaparecido, y la caldera bomba y algunos
vagones estaban enterrados en la arena.” No encontraron víctimas fatales.
La empresa confiaba en que en uno o dos días el tren podría volver a llegar
hasta la estación.
El 19 enero el secretario de la gobernación
informó que entre las estaciones Pichi Mahuida y Río Colorado varios kilómetros
de vía se encontraban totalmente destruidos, mientras que los puentes se
encontraban intactos. En la estación de Pichi Mahuidael agua había alcanzado
3,6 metros y parte de los postes y alambrados se encontraban
enterrados en el barro. Dicha estación, junto con lasdeRío Colorado y Fortín
Uno, fueron las más afectadas por la inundación mientras que la de Juan de
Garay no había sido invadida por el agua.
El 23 enero la dirección del telégrafo
nacional informó que una cuadrilla se encontraba trabajando entre las
estaciones de Pichi Mahuida y Juan de Garay faltándole recorrer 11 km para
encontrarse con la otra cuadrilla de Rio Colorado y hacer el empalme para
reestablecer las comunicaciones.
El
25 enero: el ministerio de guerra remitió un envío de provisiones y carpas ya
que “Pichi Mahuida se encuentra en el suelo, con su pobre caserío tumbado”
-Diario
la Nación, ejemplares de enero de 1915.
-Historia
del Ferrocarril de Sud. William Rogind