martes, 4 de noviembre de 2014

Lo que el agua se llevó: la inundación de 1915 o Crezca Grande

Primera noticia sobre la Crezca grande publicada por La Nación, 1 de enero de 1915
   En enero de 1915 se produjo la inundación del valle del Río Colorado, también conocida como La crezca grande, causada por la rotura de un dique natural de la laguna Carri-Lauquen que se encuentra sobre el río Barrancas, uno de los ríos que forman el Colorado. El lago se vació casi por completo en una sola noche, por lo que el desborde fue vertiginoso y la corriente golpeó, arrolladora, con la fuerza de un tsunami.
   El trágico suceso que permaneció grabado en la memoria de los sobrevivientes y sus descendientes dejó un saldo de casi un centenar de víctimas fatales, algunos casos de tos convulsa, gran parte del ganado perecido, pueblos enteros destruidos, cosechas perdidas, vías férreas cortadas, postes telegráficos desplomados, y la edificación, especialmente la más endeble, desplomada  o deteriorada. La población sobreviviente permaneció aislada durante días sin alimentos ni más ropa que lo que llevaban puesto, a la intemperie o en toldos improvisados sobre cerros, techos de las estaciones, o en algunos casos en vagones vacíos, viéndose obligados a beber agua barrosa que colaban como podían con sábanas u otras prendas, hasta que pudieron llegar los primeros auxilios, ya que el servicio del ferrocarril había sido interrumpido en un tramo de 40 km y las aguas recién empezaron a bajar a partir del 6 de enero. Aunque la cantidad de personas fallecidas no fue publicada con exactitud se estimó que fueron alrededor de sesenta en la provincia de La Pampa y una veintena en territorio rionegrino (principalmente en colonia 25 de Mayo y en Colonia Catriel, que resultaron arrasadas)
   Recién diez días después del comienzo de la tragedia comenzaron a llegar las primeras remesas de socorro: carpas, borceguíes y prendas de vestir enviadas por el Ministerio de Guerra, y pan, azúcar, yerba y fideos llevados por el jefe de policía Pérez Coleman. (LN 11 de enero) La segunda  remesa, enviada por la gobernación y por la empresa FCS  llevó además fósforos, galletas, arroz, sal, (LN 12 enero) y en las siguientes se hicieron llegar botiquines de primeros auxilios, chalanas con remos, y bombas para desagotar los sótanos una vez que el agua bajara lo suficiente. Más adelante llegaron envíos de víveres y ropa recolectados por la asociación de Boy Scouts, ropa enviada por la comisión de damas Pro Patria y carne donada por hacendados de la región.
   El diario La Nación de aquella época destacó la actuación de la policía local, especialmente de su jefe el Sr. Pérez Colman que actuó sin descanso en auxilio de los pobladores, junto a refuerzos conformados por efectivos de la policía de la Pampa y la de Bahía Blanca. Otro de los mencionados fue el Sr. Coleman, superintendente de Ferrocarril del Sud, quien ni bien comenzó la inundación hizo colocar varios botes en un tren para conducir a los vecinos a lugares seguros. Luego de dejar dos botes en Río Colorado el tren fue detenido por las aguas a 15 km de allí y rodeado por las mismas. Coleman y sus acompañantes se vieron obligados a abandonar el tren y salvar sus vidas haciendo acampando varios días en una loma. (LN 21 enero) David Sánchez, juez de paz del departamento 13, fue otro de los que colaboraron en la salvación de vidas organizando campamentos y mandando construir balsas de palos de sauce logrando rescatar con dichas balsas o con caballos a unas 65 personas que se encontraban aisladas en los médanos en algunos casos “con el agua al pescuezo”.
   El día 17 el primer tren que logró llegar a Rio Colorado transportó al director de territorios Dr. Ruiz Moreno quien junto al gobernador Pedro Serrano y a un corresponsal de La Nación visitaron personalmente los campamentos. Algunos de los comentarios de este corresponsal, publicados durante los días siguientes, dan cuenta de la magnitud de lo ocurrido: “las calles estaban convertidas en un mar de agua mal oliente por la putrefacción de los animales muertos”, “ovejas muertas incrustadas en los alambrados (…) brindadas a la ferocidad del picoteo de las aves carnívoras” Las quintas, los pequeños viñedos, los jardines y las chacras habían sido aniquilados, el caserío “puesto patas para arriba”, “boyantes aves muertas, gatos extintos hinchados por el agua, bateas, ropas, muebles, etc” flotando en el agua de las calles, “la tierra parece resquebrajada en figuras geométricas de profundas hendiduras”. Como si la lógica falta de higiene de los refugiados de los campamentos le sorprendiera, también describió:“los niños se encontraban en un estado de mugre lamentable. Las ropas desgarradas, sucios, descalzos, despeinados”, “parecían trogloditas escapados de alguna cueva”
   El 23 de enero las comunicaciones telegráficas con Neuquén y el envío de correspondencia habían sido reestablecidos, y tres días después la empresa Ferrocarril del Sud comunicó que el ramal Bahía Blanca-Neuquén volvería a funcionar en su totalidad, aunque marchando en algunos tramos con suma precaución y solamente de día. Una vez que las aguas terminaron de bajar, la suciedad fue retirada y los sótanos y las viviendas que todavía estaban en pie fueron desagotados y limpiados, la vida de los afectados por la inundación fue volviendo lentamente a su normalidad, aunque muchas familias quedaron en la más absoluta miseria y el recuerdo de lo acontecido permaneció imborrable en su memoria.
   Aunque para la misma época otras provincias también sufrieron inundaciones (San Luis, Córdoba, Santa Fe), la comarca del Río Colorado fue, por lejos, la más castigada.


Situación en Pichi Mahuida durante la crezca grande

   En Pichi Mahuida la crecida se presentó el día 3 por la madrugada, arrastrando la comisaría y el juzgado de paz. Las aguas cubrieron el techo de la estación, derribaron los postes telegráficos y destruyeron la casa de comercio de Sebastián Elcano (llamado El Cano en el diario)
   El 6 de enero la dirección de riego envió a los ingenieros Pozzi y Schoo para que dirigieran los trabajos de auxilio entre Pichi Mahuida y Fortín Primero 
   Según lo publicado en el diario la Nación el 12 de enero, el personal de la empresa Ferrocarril del Sud que inspeccionaba la vía consiguió llegar a pie hasta la estación de Pichi Mahuida constatando que la vía estaba cortada y los terraplenes destruidos desde el km 885 al 887, con los puentes y alcantarillas también destruidos. La vía tenía aún mucha agua desde el km 892 hasta el 895, “habían desaparecido el telégrafo y los alambrados, los vagones habían sido arrastrados, los depósitos de encomiendas, el galpón de cargas y estanques, dos casillas, la vivienda del bombero, habían sido destruidas. Las puertas y ventanas habían sido arrancadas por la fuerza de la corriente que había depositado en las habitaciones hasta un metro de arena. Algunos comercios y casillas habían desaparecido, y la caldera bomba y algunos vagones estaban enterrados en la arena.” No encontraron víctimas fatales. La empresa confiaba en que en uno o dos días el tren podría volver a llegar hasta la estación.
   El 19 enero el secretario de la gobernación informó que entre las estaciones Pichi Mahuida y Río Colorado varios kilómetros de vía se encontraban totalmente destruidos, mientras que los puentes se encontraban intactos. En la estación de Pichi Mahuidael agua había alcanzado 3,6 metros y parte de los postes y alambrados se encontraban enterrados en el barro. Dicha estación, junto con lasdeRío Colorado y Fortín Uno, fueron las más afectadas por la inundación mientras que la de Juan de Garay no había sido invadida por el agua.
   El 23 enero la dirección del telégrafo nacional informó que una cuadrilla se encontraba trabajando entre las estaciones de Pichi Mahuida y Juan de Garay faltándole recorrer 11 km para encontrarse con la otra cuadrilla de Rio Colorado y hacer el empalme para reestablecer las comunicaciones.
El 25 enero: el ministerio de guerra remitió un envío de provisiones y carpas ya que “Pichi Mahuida se encuentra en el suelo, con su pobre caserío tumbado”

Fuentes:
-Diario la Nación, ejemplares de enero de 1915.
-Historia del Ferrocarril de Sud. William Rogind

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